Sunday, October 29, 2006





PARADOJA.
Lo tenía todo, y en cambio sentía un terrible vacío; sí, un vacío de galaxia.
Ya no podía disfrutar de esas tardes de sábado interminables. Porque cuando uno es niño el tiempo no existe, de manera que las fechas se esperan, nunca llegan. Pues en esas tardes, siempre había una alfombra roja y una lámpara metálica. Y llegaba la hora de su mundo:un libro.

Cuanto se añora las tardes de sábados en que uno puede decidir olvidarse del mundo y reconstruir uno diferente.

- También Ud. se bajaría del mundo de vez en cuando, no?

- A veces me largo sin querer, medio semiinconsciente en una conversación en la que asiento sin saber qué significa...Pero largarme decidiéndolo, eso no, eso es subversivo...- contestó el filósofo mediático mientras miraba al infinito.

1 comment:

Anonymous said...

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Thanks for stopping by!